
Las interrupciones en el tráfico aéreo de Newark fueron solo la punta del iceberg.
Los fallos en el control del tráfico aéreo son mucho más comunes de lo que la mayoría de las personas piensa.
El 2 de junio, el Secretario de Transporte de EE. UU., Sean Duffy, visitó el Aeropuerto Internacional de Newark Liberty para conmemorar la reapertura de la pista 4L-22R. Este evento fue inusual, ya que pocas reaperturas de pistas son lo suficientemente relevantes como para contar con la presencia del CEO del aeropuerto, y mucho menos de un secretario del gabinete. Sin embargo, Newark ha llegado a simbolizar, en gran medida, la gestión ineficiente del sistema de control aéreo por parte del USDOT. La ceremonia y la rueda de prensa estaban destinadas a transformar la percepción de Newark, presentándolo como un ejemplo de progreso y acción.
Duffy enfatizó que los problemas de Newark eran solucionables y destacó al grupo de personas que lo acompañaba —incluido Chris Rocheleau, Administrador Interino de la FAA, y Scott Kirby, CEO de United Airlines— como los solucionadores de estos desafíos. Gracias a su colaboración, se logró la reconstrucción de la pista en solo 47 días y se logró que Verizon acelerara la instalación de un nuevo cable de fibra óptica. Además, se identificó y solucionó un “fallo en el sistema” que había dejado a los controladores de tráfico aéreo de Newark sin comunicación con los pilotos durante varios minutos.
Con base en estas acciones, Rocheleau anticipó que Newark podría aumentar su volumen de vuelos en un 25%, es decir, casi 12 vuelos adicionales por hora. Kirby describió esta situación como un punto de inflexión tanto para el corto como para el largo plazo en la operativa del aeropuerto. Sin embargo, dos días después, las expectativas se desvanecieron. La noche del 4 de junio, una escasez de controladores de tráfico aéreo obligó a Newark a emitir una parada en tierra, lo que provocó retrasos en más de 100 vuelos durante varias horas. Posteriormente, se registró otro retraso relacionado con el personal.
La mera optimismo no es suficiente para resolver problemas de infraestructura que han tardado décadas en desarrollarse, y que, además, son más extendidos de lo que se puede imaginar. Aparte de los incidentes en Newark, en lo que va del año ha habido aproximadamente una docena de situaciones donde problemas de equipamiento o de personal han impactado significativamente las operaciones en centros de control aéreo en todo el país. Entre los incidentes más graves se encuentran los ocurridos en Kansas City en enero, Oakland en febrero y Denver en mayo, donde los controladores experimentaron fallos en el radar y el sistema de radio, lo que les impidió comunicarse con los pilotos.
En marzo, un incendio eléctrico en el Aeropuerto Thurgood Marshall de Baltimore, causado por "equipos antiguos sobrecargados", paralizó las operaciones durante más de dos horas, resultando en 50 cancelaciones de vuelos y más de 150 retrasos. Además, en dos ocasiones, el sistema NOTAM de la FAA, que proporciona notificaciones en tiempo real sobre peligros y avisos de tráfico, se cayó durante varias horas, lo que resultó en más de 1,300 retrasos y cancelaciones.
El problema no radica solamente en la tecnología. Actualmente, la FAA enfrenta una falta de más de 3,000 controladores aéreos en todo el país, lo que ha llevado a algunos centros de control a implementar "triggers de personal", reduciendo el número de vuelos en sus espacios aéreos para ajustarse a los niveles de personal reducidos. Esto ha sucedido en varias instalaciones, incluyendo las responsables de Austin y los aeropuertos regionales alrededor de Nueva York.
La crisis del sistema de control aéreo es aún más extensa de lo que se informa. La reciente revisión del Gobierno de Accountability Office reveló que el 90% de la infraestructura crítica de control aéreo del país está programada o supera el tiempo para una “actualización tecnológica”. Casi la mitad de los 138 sistemas analizados fueron considerados “insostenibles”. A pesar de que la FAA es consciente del problema desde hace décadas, el sistema Next Generation, prometido para reemplazar la infraestructura obsoleta, todavía está lejos de su implementación total, que se esperaba para este año.
Mientras tanto, los controladores siguen lidiando con equipos desactualizados y una falta de personal que los obliga a trabajar largas horas. Un controlador en Reddit describió la situación actual como “el peor momento para ser un controlador de tráfico aéreo en EE. UU. desde 1981”, el año en que el presidente Ronald Reagan despidió a más de 11,000 de ellos tras una huelga.
El 8 de mayo, Duffy presentó un "Plan para un Nuevo Sistema de Control de Tráfico Aéreo", un marco que busca reinvertir en el Sistema Nacional del Espacio Aéreo. A pesar de la ambición, los detalles concretos son escasos y es evidente que se requiere un esfuerzo sostenido a largo plazo, con la adecuada financiación y apoyo político, para abordar los problemas estructurales que han arraigado desde inicios de los 2000. Aunque se reconocen los esfuerzos en Newark y en otros lugares, el camino hacia soluciones duraderas es largo y complejo.