
Comienza a parecer que los videojuegos no son para todos.
El precio de la Nintendo Switch 2 plantea interrogantes sobre quiénes podrían quedar excluidos a medida que el costo de los dispositivos de videojuegos aumenta.
A lo largo de los años, la marca Nintendo ha evolucionado para adaptarse a los tiempos, pero siempre ha mantenido una imagen asociada a la frase "E for Everyone". Durante décadas, este desarrollador y editor legendario ha promovido un ethos que ha permitido que sus juegos y consolas lleguen a jugadores de todas las edades y antecedentes. Sin embargo, con la reciente presentación del Switch 2, se empieza a sentir que esta filosofía podría estar en peligro.
El Switch 2 fue revelado recientemente, generando gran entusiasmo, pero también ha surgido una notable tensión en torno a sus precios elevados. La consola tiene un precio tentativo de $450, mientras que un paquete que incluye Mario Kart World alcanza los $500. Esto se complica aún más debido a las amenazas de aranceles en Estados Unidos sobre diversas importaciones, lo que ha llevado a Nintendo a retrasar las reservas en este país y Canadá. Se anticipa que, cuando las reservas finalmente estén disponibles, ya habrán aumentado de precio, lo cual resulta sorprendente, considerando que el nuevo juego de Mario Kart se ofrece a $80.
En los días posteriores al anuncio, muchos han debatido acerca del costo personal que implica adquirir estas nuevas opciones, y aunque son discusiones válidas, parece que un tema más urgente se queda fuera de la conversación. Un ejemplo personal ilustra este punto: un primo pequeño, cuyo Switch se ha vuelto central en su vida tras pasar por momentos difíciles, representa las vidas de muchos niños que pueden no tener acceso a estos nuevos dispositivos.
Desde su infancia, viví momentos maravillosos con él, compartiendo mi amor por los juegos de Nintendo. Su asombro al jugar títulos como Bowser’s Fury iluminaba mis días. Eventualmente, él logró conseguir su propio Switch y, aunque lo veo menos frecuentemente ahora, todavía lo tiene casi siempre consigo, lo que me alegra.
Al enterarme de los precios del Switch 2 y sus prometedores nuevos juegos, inmediatamente pensé en él antes que en mí mismo. Aunque tengo un trabajo y puedo considerar la compra como un gasto empresarial, me preocupa que niños de hogares de bajos ingresos no puedan disfrutar de un Switch 2 en el futuro cercano. Si bien no existe una obligación de mejorar la vida de estos niños, resulta doloroso observar cómo las circunstancias han hecho que sus oportunidades de disfrutar estos juegos se vean comprometidas.
No siempre fue así; pertenecer a una familia de pocos recursos no me impidió disfrutar de consolas como Nintendo 64, Game Boy o la Wii durante mi infancia. Cuando las consolas eran demasiado caras, había opciones más asequibles como el PSP o el Nintendo DS. Crecí en un entorno de viviendas asequibles, compartiendo la experiencia con amigos cuyos padres trabajaban en empleos de bajos ingresos. Aunque no tenía acceso a todos los juegos, no estaba completamente excluido.
Esta asequibilidad en su momento fue crucial en mi vida y aún me influye hoy. Los juegos, aunque me hicieron más introvertido, también me brindaron seguridad; me permitieron explorar mundos que ampliaron mis posibilidades. Quiero que mi primo, mis sobrinos y otros niños tengan esas mismas oportunidades. La salud de este espacio depende de su capacidad para abrirse y nutrir a las nuevas generaciones, garantizando que todos, independientemente de su situación económica, puedan disfrutar de los videojuegos.
Sumado a esto, el contexto actual de salarios estancados, una economía en declive y tarifas cambiantes crea un panorama preocupante para el futuro de las nuevas generaciones en relación con el acceso a estas consolas. Los costos, incluida la Nintendo Switch 2, amenazan con dejar atrás a muchos. Así, parece que se está cerrando una ventana que nunca debió estar cerrada en primer lugar. ¿No es el progreso un paso hacia un futuro más inclusivo y accesible para todos?