
Por qué la tecnología puede fracasar en la etapa final: los detalles son cruciales.
La brecha entre la visión estratégica y la ejecución técnica se está ampliando.
La transformación digital está generando un gran entusiasmo en muchas juntas directivas en lo que respecta a la inteligencia artificial, la migración a la nube y la modernización digital. Sin embargo, la realidad que viven las organizaciones es bastante diferente. Se está ampliando la brecha entre la visión estratégica y la ejecución técnica, lo que se conoce como el "problema de la última milla". Esto implica que las tecnologías prometedoras suelen fracasar al confrontarse con la complejidad de los sistemas heredados, la gobernanza de datos y las limitaciones del mundo real.
Implementar estas tecnologías a gran escala no es simplemente adquirir herramientas adecuadas y deshacerse de la tecnología obsoleta. Aquellos que han intentado llevar a cabo estas iniciativas saben que el proceso es complicado y caótico. En la carrera por aprovechar la inteligencia artificial, el software sostenible y la computación en la nube, se está ampliando la desconexión entre la realidad técnica y las grandes visiones estratégicas. Este fenómeno se denomina la filosofía "Devil’s in the Detail", que aboga por aceptar las incómodas realidades técnicas de implementar innovación, donde ocurre una verdadera transformación duradera.
Un número significativo de iniciativas fracasará en esta "última milla", como se ha observado en proyectos de coches autónomos o en la implementación de nuevos sistemas de pago en el comercio minorista. A menudo, la visión ambiciosa se mantiene hasta que choca con la complicada realidad de los sistemas heredados y la gobernanza de datos, así como los requisitos de cumplimiento normativo en múltiples jurisdicciones.
Los líderes de proyectos deben entender la diferencia entre lo que suena bien en una presentación de junta y lo que es efectivo en la práctica. Lo que distingue a los creadores de los que simplemente hablan no es solo la experiencia técnica, sino la comprensión de que la implementación es parte de la estrategia. Por ejemplo, mitigar el sesgo en la inteligencia artificial es un aspecto crítico que recibe mucha atención en diferentes sectores, desde la industria automotriz hasta el sistema de salud y la educación. Sin embargo, la realidad técnica es considerablemente más complicada de lo que sugerirían las discusiones políticas típicas.
Cada etapa del ciclo de vida de los datos, desde la recopilación y el preprocesamiento hasta el entrenamiento y la implementación de modelos, puede introducir un sesgo potencial que los equipos técnicos deben identificar y mitigar. Esto requiere una capacidad especializada que abarque el aprendizaje automático, la ingeniería de datos, la conformidad regulatoria y el conocimiento específico del dominio relacionado con los procesos de negocio que se buscan automatizar.
Las consultorías tecnológicas deben gestionar esta realidad operativa, cerrando la brecha entre la intención estratégica y la ejecución técnica. Las organizaciones deben mantener altos estándares mientras manejan las expectativas de los clientes en relación a la viabilidad y los plazos. Una medida práctica sería contar con un 'Oficial de AI/Datos' en las reuniones para asegurarse de que los objetivos propuestos se alineen con la ejecución técnica.
Para que las organizaciones preparen la nueva tecnología para su implementación efectiva, es crucial que los enfoques funcionen en el mundo real, no solo en documentos. Esto es particularmente relevante en el comercio minorista, donde la diferencia entre las promesas de transformación digital y la realidad de la entrega puede afectar de manera significativa las experiencias de los clientes. Un sistema de pago que funcione bien en las pruebas pero que colapse durante las jornadas de alta demanda representa una catástrofe empresarial.
Aquellas organizaciones que prosperan en la transformación digital entienden que la complejidad de la implementación no es un obstáculo a superar, sino una ventaja competitiva que dominar. La experiencia técnica necesaria para navegar estos desafíos se convierte en una capacidad diferenciadora en mercados donde una visión estratégica por sí sola no es suficiente.
En última instancia, la transformación tecnológica empresarial no se trata solo de adoptar nuevas herramientas o productos de moda. Se trata de comprender cómo esos instrumentos funcionan verdaderamente en entornos complejos del mundo real. Las empresas que tengan éxito serán aquellas que logren desenredar la complicada realidad en lugar de simplemente teorizar desde una perspectiva elevada. En un sector obsesionado con la próxima gran novedad, a veces la habilidad más valiosa es saber cómo hacer que lo actual funcione.