
La conexión entre Peter Thiel y Eliezer Yudkowsky que impulsó la revolución de la inteligencia artificial.
El pesimista de la inteligencia artificial y el optimista han dado vida a los miedos y esperanzas del otro. Un fragmento de "El Optimista: Sam Altman, OpenAI y la Carrera por Inventar el Futuro."
La influencia de Peter Thiel en la carrera de Sam Altman es innegable. Después de que Altman vendiera su primera startup en 2012, Thiel financió su primer fondo de inversión, Hydrazine Capital. Para Thiel, Altman era un optimista nato y se situaba en el epicentro de la cultura tech de Silicon Valley. Cada año, Altman recomendaba a Thiel las startups más prometedoras de Y Combinator, como Airbnb, Stripe y Zenefits, y aunque Thiel a veces dudaba de la sobreexposición mediática, sus inversiones, guiadas por los consejos de Altman, resultaron en grandes retornos para su fondo.
Mientras tanto, la voz crítica más destacada de Thiel se centró en la ausencia de un verdadero avance tecnológico, enfatizando que en lugar de esperar coches voladores, la realidad era que la gente todavía estaba atrapada en el tráfico. Al asumir la dirección de Y Combinator en 2014, Altman internalizó esta crítica y transformó YC en un inversor de "hard tech", apoyando proyectos ambiciosos en áreas como la energía nuclear y la inteligencia artificial.
Otro personaje clave en esta narrativa es Eliezer Yudkowsky, un autodidacta obsesionado con la inteligencia artificial, quien tuvo un impacto significativo en las primeras inversiones de Thiel en este campo. Aunque en la actualidad es conocido por su visión pesimista sobre los peligros de la IA, su enfoque original era más optimista, tratando de aglutinar a inversores y técnicos en la búsqueda de acelerar la singularidad tecnológica. Se menciona que fue Yudkowsky quien inspiró a uno de los fundadores de DeepMind a imaginar y construir una "superinteligencia", así como quien presentó a sus fundadores a Thiel.
La interacción entre Thiel y Yudkowsky es también un recordatorio del impacto de la ciencia ficción en sus visiones, ya que ambos compartían la idea de que un día las máquinas podrían llegar a superar la inteligencia humana, abriendo un ciclo de progreso tecnológico exponencial. Yudkowsky, quien comenzó a leer y escribir ciencia ficción a una edad temprana, rápidamente se convirtió en una figura prominente entre los Extropianos, un grupo que aboga por la expansión ilimitada y la transformación personal a través de la tecnología.
La relación entre Thiel y los conceptos presentados por Yudkowsky fue fundamental para el desarrollo de la IA, al punto que Yudkowsky ayudó a establecer un instituto de investigación en IA que posteriormente sería respaldado por Thiel. A medida que la conversación sobre la IA avanzaba, Altman y Thiel establecieron un diálogo sobre el potencial de empresas como DeepMind y la importancia de reconocer las implicaciones éticas y existenciales de su desarrollo.
Con el surgimiento de OpenAI, cofundada por Altman y Musk, se desató una carrera para construir la inteligencia general artificial, mientras Yudkowsky advertía sobre los riesgos de esta carrera. Pese a no estar involucrado en OpenAI, Yudkowsky se convirtió en un referente para muchos investigadores que trabajaban allí. Su preocupación por la dirección de la investigación en IA culminó en un artículo en el que advertía que sin una regulación apropiada, la humanidad podría enfrentarse a un futuro catastrófico.
Thiel, observando el clima actual, se sintió culpable de haber contribuido a crear un entorno que ahora veía como amenazante para su amigo Altman, quien enfrentaba desavenencias dentro de OpenAI. A medida que las tensiones aumentaban, el debate sobre el futuro de la inteligencia artificial y su gestión se intensificaba, con la figura de Yudkowsky como un faro de precaución que advertía sobre los peligros de una IA descontrolada.