
Es necesario dejar de discutir sobre los niveles de dificultad en los videojuegos.
Las discusiones sobre los niveles de dificultad en los videojuegos pasan por alto la razón principal de su existencia.
Cada cierto tiempo, surge un debate en internet sobre los niveles de dificultad en los videojuegos, especialmente en torno a los lanzamientos de títulos del estilo soulslike. Estos videojuegos se caracterizan por ofrecer experiencias desafiantes, donde el verdadero premio para muchos jugadores radica en superar las dificultades a través de la habilidad y la dedicación. Aunque muchos también disfrutan explorando la narrativa, el mundo del juego o personalizando a sus personajes, la satisfacción de vencer obstáculos difíciles pero justos ha contribuido a que este género sea uno de los más populares en la actualidad.
Este contexto provoca discusiones sobre si estos juegos deberían permitir diferentes opciones de dificultad. Algunos cuestionan si jugar en un nivel más bajo “cuenta” como una experiencia genuina o si va en contra de la intención original del desarrollador. Sin embargo, no debería haber controversia en torno a los ajustes de dificultad. La realidad es que estos niveles son configuraciones de accesibilidad. Aunque no siempre se piensen de la misma manera que los indicadores para personas con discapacidad visual o auditiva, su función es similar. La existencia de estas opciones debería celebrarse, ya que permiten a más personas disfrutar de una obra que de otro modo no podrían experimentarla.
Es importante recordar que cada jugador tiene un nivel de habilidad distinto, influenciado también por el tiempo disponible para practicar, la familiaridad con el género y cualquier discapacidad. Aunque tú y yo podamos enfrentarnos al mismo reto, nuestras experiencias pueden variar significativamente dependiendo del nivel de dificultad que elijamos. Todos somos únicos y, por lo tanto, las opciones son necesarias. Incluso si un jugador decide usar un nivel de dificultad más fácil en lugar de practicar, ¿por qué debería importarle eso a los demás? Cada quien se acerca a los videojuegos por diferentes motivos y disfrutar de ellos de diversas maneras.
Recientemente, ha surgido un argumento que se centra en la idea de que quienes optan por niveles de dificultad más bajos están privándose a sí mismos de la experiencia auténtica del juego, o incluso están "robando" a los desarrolladores de su intención original. La noción de "intención del desarrollador" implica que la dificultad por defecto es la experiencia que los creadores desean que los jugadores experimenten. Aunque puede parecer una suposición bastante atrevida, hay algo de lógica en ello. Normalmente, el nivel de dificultad base es el que se ajusta y equilibra primero, mientras que las opciones más fáciles o difíciles suelen ser calibradas posteriormente. Sin embargo, este no es siempre el caso.
Es importante señalar que cada juego pasa por múltiples modificaciones y pruebas de juego para alcanzar el equilibrio adecuado del desafío, y este proceso continúa incluso después de su lanzamiento. Por ejemplo, Elden Ring recibió ajustes significativos en la dificultad de jefes y armas. Así que, ¿se puede decir cuál era la intención original del desarrollador antes de hacer cambios en la dificultad?
La dificultad es algo fluido y depende del trabajo conjunto del equipo para encontrar un equilibrio que atraiga al público objetivo. Regresando al punto inicial, lo que puede ser fácil para algunos puede ser abrumador para otros. Por ello, debemos evitar la idea de que la dificultad es un asunto que deba ser abordado de una sola manera. Si bien algunos creen que un juego debe ser complicado, es fundamental comprender que la noción de "difícil" es subjetiva. Lo que representa un desafío para uno puede no serlo para otro. En un mundo ideal, donde todos tuviesen el mismo nivel de habilidad y no existieran discapacidades, nada ganaría uno al avergonzar a otros por jugar de forma diferente. La muerte del autor debería aplicarse tanto a la narrativa como a la dificultad en los videojuegos; debemos ser libres de vivir y extraer lo que queramos de dichas experiencias.