Cover Image for Es necesario renovar la imagen del clima, y lo que impulsa el cambio resulta inesperado.

Es necesario renovar la imagen del clima, y lo que impulsa el cambio resulta inesperado.

El tumulto social, político y económico está transformando nuestras formas de vida, nuestro pensamiento y nuestros hábitos de consumo.

Estamos atravesando un momento de importantes y acelerados problemas a nivel social, político y económico, que están modificando nuestras formas de vida, nuestra manera de pensar y nuestros hábitos de consumo. Estos desafíos están más interconectados de lo que pensamos, y apenas estamos comenzando a comprender cuán profundos están entrelazados.

Es esencial no limitarse a abordar las manifestaciones superficiales de estos problemas, sino profundizar en sus causas y correlaciones como un sistema único. Desde los productos químicos en nuestro agua hasta la alimentación que consumimos y la calidad del aire que respiramos, lo que antes se consideraba como problemas aislados ahora se revela como síntomas de algo más grande. La infertilidad, la obesidad, las enfermedades crónicas, las cadenas de suministro frágiles y la inseguridad alimentaria no son fallos independientes, sino que surgen de colapsos sistémicos más amplios.

Con frecuencia, nos centramos en tratar síntomas mientras ignoramos las raíces de los problemas. Factores como la exposición a químicos, cadenas de suministro excesivamente procesadas, ecosistemas degradados y una infraestructura obsoleta son, en gran medida, temas que no están presentes en las conversaciones convencionales, pero son las fuerzas que están detrás de la crisis que enfrentamos hoy.

Apenas estamos comenzando a entender la magnitud de estos desafíos. Algunas estadísticas reveladoras son las siguientes:

  • Se estima que más de la mitad de las parejas podrían ser infértiles en un horizonte de 20 a 30 años debido a los químicos presentes en nuestro entorno.
  • El 75% de los alimentos del mundo proviene de solo 12 plantas y 5 animales.
  • El 90% de las variedades de cultivos ha desaparecido, y el 70% de las tierras agrícolas en EE. UU. se ha convertido en monocultivo.
  • Más del 45% del agua del grifo en EE. UU. contiene al menos un compuesto PFAS, asociado con cáncer, infertilidad y interrupciones inmunológicas.
  • Se han encontrado microplásticos en la sangre humana, placentas y diferentes sistemas de suelo.
  • Desde 1970, las poblaciones de animales salvajes han disminuido en más del 70%, quedando solo un 4% de los mamíferos terrestres como especies silvestres.
  • La fabricación de semiconductores, crucial para el auge de la inteligencia artificial, es una creciente fuente de desechos químicos tóxicos.

Las proyecciones indican que estos fenómenos pueden llevar a problemas más grandes, como escasez alimentaria, reducción de la biodiversidad, aumento de las tasas de cáncer, y cadenas de suministro ineficientes. Esta crisis no se limita a cuestiones climáticas o de salud; es un problema sistémico que está evolucionando más rápido de lo que la mayoría de las instituciones pueden seguir.

Se están produciendo cambios culturales significativos que van más allá de la simple preocupación por el clima. La población está tomando conciencia de las consecuencias para la salud asociadas a los materiales que utilizan, el aire que respiran y el agua que beben. Esto ha llevado a la adopción de comportamientos como filtrar el agua, optar por alimentos menos procesados, exigir transparencia en las cadenas de suministro, elegir productos no tóxicos, adoptar vehículos eléctricos, y renovar los sistemas eléctricos o solares para reducir costos y prevenir incendios en el hogar.

Los factores que impulsan este cambio van más allá de la sostenibilidad; incluyen la salud, la eficiencia de costos y de tiempo, lo que crea una presión para modernizar infraestructuras que no fueron diseñadas para las necesidades actuales. Se trata de actuar sobre una infraestructura valorada en billones de dólares que debe adaptarse a las demandas del presente.

No estamos gestionando una sola crisis; estamos al borde de una oportunidad para replantear cómo vivimos, trabajamos y cuidamos unos de otros. Existen diversas formas de cambiar la trayectoria de estos problemas, como políticas gubernamentales que fomenten el cambio, una evolución en los comportamientos de los consumidores y decisiones empresariales que prioricen soluciones más efectivas.

La aceleración de la innovación y la tecnología brinda la oportunidad de enfrentar estos retos. Los emprendedores deben ser audaces y ambiciosos para abordar estas complejas cuestiones, mientras que los inversores deberían apostar por tecnologías transformadoras a largo plazo en lugar de innovaciones incrementales. A pesar de que los problemas están interconectados de maneras más profundas de lo que pensamos, comenzamos el cambio, y el poder para avanzar en esta transformación está en nuestras manos.

Para que la tecnología y la ciencia contribuyan a la solución de estos problemas, se necesita una comercialización más significativa de estas innovaciones. Es crucial contar historias que acerquen estas ideas a la realidad, demostrando que estas iniciativas no solo benefician al planeta, sino que también son más rentables, saludables y sostenibles. Al final, esto no trata únicamente de cuestiones climáticas o químicas, sino de cómo vivimos, trabajamos y funcionamos como sociedad. Se trata del futuro de la humanidad, buscando lograr una mejor eficiencia de costos, menor dependencia, mejores resultados, mayor fiabilidad y abundancia.

El cambio no será fácil, pero ya está en marcha. Si logramos concentrarnos en las causas fundamentales y no solo en los síntomas, podemos construir un mundo que funcione mejor para todos y que sea, además, más sostenible.