Cover Image for Existen soluciones económicas y efectivas para la contaminación por metano que no se están aprovechando.

Existen soluciones económicas y efectivas para la contaminación por metano que no se están aprovechando.

La Agencia Internacional de Energía estima que es posible reducir un 70 por ciento de las emisiones de metano del sector de los combustibles fósiles utilizando tecnologías ya disponibles, muchas de las cuales también generarían ahorros para las empresas contaminadoras.

El metano, un gas incoloro e inodoro, puede pasar desapercibido, pero es uno de los principales responsables del calentamiento global. Este gas tiene la capacidad de atrapar hasta 84 veces más calor que el dióxido de carbono en la atmósfera, aunque se descompone más rápidamente. En un periodo de 100 años, su efecto de calentamiento se estima en aproximadamente 30 veces el de una cantidad equivalente de dióxido de carbono. Esto implica que, durante varias décadas, se requieren menores cantidades de metano en comparación con el dióxido de carbono para elevar la temperatura del planeta de la misma forma. Desde la Revolución Industrial, casi un tercio del aumento de las temperaturas promedio globales se atribuye al metano, de las cuales alrededor de dos tercios provienen de actividades humanas, como la producción de energía y la ganadería. Por lo tanto, el metano representa una de las maneras más significativas y rápidas en que los seres humanos están calentando la Tierra.

Por otro lado, reducir las emisiones de metano es considerado uno de los métodos más efectivos para combatir el cambio climático. En 2021, más de 100 países, incluyendo Estados Unidos, se comprometieron a disminuir su contaminación por metano en al menos un 30% respecto a los niveles de 2020 para el año 2030. No obstante, algunos de los mayores emisores de metano, como Rusia y China, aún no han firmado este acuerdo. Según un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía, las emisiones globales de metano procedentes de la producción energética siguen en aumento.

El monitoreo de las emisiones de metano no es tan preciso como el de dióxido de carbono. La IEA señala que "pocos o ningún dato basado en mediciones se utiliza para informar las emisiones de metano en la mayoría de las partes del mundo", lo que representa un problema importante, dado que las emisiones medidas suelen ser superiores a las reportadas. Además, es complejo rastrear el metano a fuentes específicas, ya sea desde fuentes naturales como los pantanos o actividades humanas tales como la extracción de combustibles fósiles, la agricultura o la deforestación.

Investigadores están logrando una mejor comprensión de los orígenes del metano, utilizando vigilancia desde el suelo, el aire y el espacio. Muchos de los emisiones provienen de fuentes a menudo subestimadas, como las minas de carbón y pequeños campos de producción de petróleo y gas. Aunque hay muchas herramientas de bajo costo disponibles para evitar que gran parte de este metano llegue a la atmósfera, muchas de ellas están subutilizadas.

Estados Unidos, el tercer país emisor de metano a nivel mundial, ha experimentado una leve disminución en sus emisiones de metano durante los últimos 30 años. Sin embargo, la administración de Trump ha estado impulsando un mayor desarrollo de combustibles fósiles mientras revierte algunos programas que, en términos de costo-beneficio, son efectivos para mitigar el cambio climático, lo que probablemente resultará en un aumento de las emisiones de metano si no se interviene.

El metano es el componente principal del gas natural, que representa más de un tercio de la energía en EE. UU., además de encontrarse en formaciones petroleras. Durante el proceso de perforación, puede escapar de los pozos y las tuberías, y también puede filtrarse durante su transporte y en las plantas de energía y hornos donde se consume. A pesar de que la industria del petróleo y el gas argumenta que el metano es un producto valioso que les incentiva a rastrearlo y capturarlo, con frecuencia se quema, pues contenerlo no resulta económicamente viable en ciertos casos. Este metano quemado se convierte en dióxido de carbono, lo que reduce su impacto climático si se compara con dejarlo escapar libremente.

Debido a que el metano es invisible e inodoro, monitorearlo y prevenir su escape resulta complicado y costoso. Por esta razón, investigadores y activistas ambientales sostienen que la industria probablemente está liberando mucho más metano del que indican las estimaciones gubernamentales. Las minas de carbón también liberan metano, incluso más que el producido durante la extracción de gas natural.

Algunas organizaciones no gubernamentales están tomando la iniciativa de obtener una imagen más clara de las emisiones de metano a nivel global, empleando sensores en el suelo, monitores aéreos e incluso satélites. Desde 2024, el Environmental Defense Fund ha lanzado MethaneSAT, que lleva instrumentos capaces de medir la producción de metano desde pequeñas fuentes en una amplia área. El proyecto ha hallado que la mayor parte de las emisiones de metano en EE. UU. no provienen solo de grandes sitios de perforación, sino de numerosos pozos pequeños que liberan menos de 100 kilogramos por hora.

Aunque existen herramientas para reducir las emisiones de metano de la industria energética, muchas no se utilizan. A cerca del 70% de las emisiones de metano del sector de combustibles fósiles podrían evitarse con tecnologías existentes, a menudo a un costo bajo. En la industria del petróleo y el gas, esto podría involucrar el uso de conexiones mejoradas en las tuberías para limitar las fugas y la instalación de sistemas de captura de metano. Sin embargo, solo alrededor del 5% de las instalaciones activas de extracción de petróleo y gas a nivel mundial cuentan con sistemas para eliminar su contaminación por metano.

Además, las regulaciones sobre el metano están en riesgo de debilitarse. Mientras que la administración de Trump ha aprobado más de 119 millones de dólares para ayudar a recuperar minas de carbón abandonadas, el financiamiento para sellar pozos de petróleo y gas desactivados se ha detenido. Con una falta de incentivos para rastrear y limitar las emisiones de metano, es probable que estas continúen aumentando en EE. UU., desviando al mundo de los objetivos climáticos y contribuyendo a un planeta más cálido.