
El trabajo invisible de la inteligencia artificial es el mayor punto ciego en la tecnología.
La tecnología descentralizada se enfrenta a una de las verdades más incómodas de la inteligencia artificial.
Detrás de la apariencia pulida de las plataformas de inteligencia artificial (IA) se oculta una realidad poco conocida: trabajadores de economías emergentes, como África, América Latina y Asia, reciben menos de $2 por hora para revisar contenido gráfico y traumático, lo que ayuda a entrenar los sistemas de seguridad de estas plataformas. Esta práctica laboral ha generado preocupación a nivel global, junto con demandas legales y llamados a la reforma ética en la industria de IA.
La inteligencia artificial se ha convertido en una de las joyas de la empresa moderna, con un mercado que supera los $500 mil millones y está transformando sectores tan variados como la banca y la salud. Sin embargo, detrás de cada chatbot, generador de imágenes y motor de recomendaciones, existen ejércitos de trabajadores humanos que llevan a cabo tareas que la IA no puede realizar, como etiquetar datos, filtrar contenido tóxico y corregir errores de las máquinas. Sin esta mano de obra, los algoritmos no podrían funcionar, lo que revela una ironía evidente: la IA corre el riesgo de convertirse en la nueva frontera digital de la mala práctica laboral y una forma de conducta poco ética.
El trabajo invisible que impulsa el auge de la IA es impactante. Es fácil pensar que los sistemas de IA son autosuficientes, perfeccionándose a través de ciclos de retroalimentación de datos y cálculos infinitos. Sin embargo, la realidad es mucho más complicada, ya que estas tecnologías no pueden limpiarse ni entrenarse a sí mismas. La escala de esta crisis laboral oculta es impresionante, con millones de trabajadores en plataformas de trabajo temporal que se dedican a anotar datos, corregir errores de modelo y revisar contenido violento o explícito.
Estos trabajadores suelen ser subcontratados desde países del Sur Global, como Kenia, India y Filipinas, y sostienen una industria de $8 mil millones que alimenta la revolución de la IA. Muchos de ellos son altamente educados, pero eligen estos trabajos debido a la escasez de mejores oportunidades. A menudo se apuntan con la esperanza de contribuir a una tecnología de vanguardia, solo para encontrarse limitados a trabajos digitales sin estabilidad ni apoyo a su salud mental.
¿Por qué no han abordado esta situación las empresas? Principalmente, porque es económico y fácil de ignorar, aunque conlleva riesgos crecientes. Cada vez más, los consumidores y reguladores están cuestionando la ética de las cadenas de suministro de la IA. Iniciativas como la Ley de IA de la Unión Europea están estableciendo nuevas expectativas en cuanto a transparencia, equidad y responsabilidad. Las empresas que ignoren el costo humano de la IA podrían sufrir daños en su reputación, multas regulatorias o, en el peor de los casos, una pérdida de confianza en los sistemas que han construido.
La promesa de Web3, que aboga por la descentralización, transparencia y empoderamiento del usuario, podría abordar muchas de las falencias en el ecosistema laboral oculto de la IA. A pesar de su potencial, estas herramientas aún son poco utilizadas en la IA empresarial, lo que representa una oportunidad perdida. Las Organizaciones Autónomas Descentralizadas (DAOs) son una manera de incorporar transparencia y equidad genuina en las cadenas de suministro de la IA. A diferencia de las plataformas de trabajo temporal tradicionales, donde las decisiones sobre salarios y condiciones laborales se toman a puerta cerrada, las DAOs permiten que cada decisión sea visible y transparente.
Cada voto, cambio de regla y pago a un colaborador queda registrado en un libro de contabilidad público, creando un camino auditado que no puede ser alterado. Esto significa que tanto los participantes como auditores externos pueden rastrear quién tomó las decisiones sobre "qué, cuándo y cómo". Registros de pago inmutables eliminan disputas que afectan al trabajo temporal opaco, mientras que los registros de gobernanza pública aseguran que el poder no se concentre en manos de unos pocos.
Existen ya ejemplos en el mundo real que demuestran lo que es posible. Algunas plataformas de empleo descentralizado permiten a los trabajadores independientes gestionar colectivamente sus estructuras salariales y beneficios, registrando todas las transacciones y decisiones en un sistema transparente. Otros aplican principios similares en proyectos de investigación y de colaboradores, donde las reglas en torno a la compensación y la selección de proyectos se establecen en contratos inteligentes, dejando poco espacio para decisiones ocultas o prácticas injustas.
Sin embargo, la realidad es que la inteligencia artificial empresarial ha mostrado poco interés en adoptar estas alternativas. Muchos líderes en el ámbito de la IA continúan aferrándose a la creencia de que las cadenas de suministro éticas son demasiado costosas, lo cual es un mito que las tecnologías de Web3 pueden desmantelar. El valor de Web3 no se limita solo a la ética; también ofrece ganancias de eficiencia que los sistemas tradicionales luchan por igualar. Los contratos inteligentes automatizan pagos y bonificaciones, reduciendo la necesidad de grandes equipos administrativos y eliminando intermediarios que añaden costos sin aportar valor.
No obstante, Web3 tampoco es infalible. Los sistemas descentralizados pueden replicar sesgos si los datos o la gobernanza no son auditados. La transparencia por sí sola no garantiza la explicabilidad en las decisiones de IA, y las DAOs corren el riesgo de elitismo si la influencia se concentra en unos pocos privilegiados. Es evidente que el verdadero riesgo radica en no actuar. Las empresas que lideren en cadenas de suministro de IA éticas no solo evitarán la inminente reacción negativa, sino que también ganarán la confianza de sus clientes, reguladores y empleados. Aquellas que sigan ignorando estas cuestiones, finalmente se verán enfrentadas a que el costo de arreglar el problema será mucho mayor que el de reformar ahora.
Web3 ofrece el camino más claro para limpiar el desorden oculto de la IA, pero la oportunidad para una reforma voluntaria se está agotando rápidamente. Las empresas pueden optar por liderar este cambio o ser arrastradas hacia él cuando la reacción ocurra. La elección no permanecerá en sus manos por mucho tiempo.