Cover Image for Ha comenzado la gran re-banca de las criptomonedas.

Ha comenzado la gran re-banca de las criptomonedas.

Durante años, las empresas de criptomonedas expresaron su preocupación por ser excluidas del sistema bancario en Estados Unidos. Ahora, bajo la administración de Trump, un conjunto de empresas de tecnología financiera está buscando mejorar esta situación.

A inicios del año pasado, Azeem Khan, un emprendedor de criptomonedas de Nueva York, había conseguido recaudar 19 millones de dólares en financiamiento inicial para su startup, Morph, y se encontró buscando un lugar donde almacenar ese dinero. Al consultar con su abogado sobre la posibilidad de abrir una cuenta bancaria en EE.UU., le advirtieron que tenía "cero por ciento de probabilidades de no tener problemas". Tras medio año tratando de abrir una cuenta y enfrentando numerosos rechazos, Khan decidió rendirse y optó por depositar una parte de los fondos en un banco de las Islas Caimán, que no ofrecía intereses, mientras que el resto lo convirtió en activos cripto, administrados por un custodio externo.

Los fundadores de empresas de criptomonedas suelen compartir experiencias similares sobre cómo los bancos estadounidenses se niegan a ofrecerles préstamos o cuentas corrientes, o incluso cierran sus cuentas de manera inesperada. Sin un socio bancario, estas firmas se encuentran en una situación complicada: no pueden aceptar dólares por sus servicios, almacenar y ganar intereses sobre los fondos de los inversores, ni pagar a empleados o proveedores. Según Khan, era un hecho conocido en el sector.

Sin embargo, un año después, la situación ha cambiado. Con la llegada de Donald Trump a la presidencia en enero y su promesa de poner fin a la supuesta discriminación contra las empresas cripto, varios fintechs de EE.UU., como Meow, Mercury y Brex, han comenzado a ofrecer cuentas bancarias a estas empresas. Khan, quien recientemente recaudó 25 millones de dólares para su nueva startup, Miden, afirma haber sido uno de los que recibió ofertas de estas fintechs.

Este cambio favorecerá la instalación y el desarrollo de las empresas cripto en EE.UU., alineándose con el plan de Trump de convertir al país en la "capital cripto del planeta". No obstante, su futuro sigue siendo incierto; a pesar de un ambiente más amigable bajo la administración actual, aún no se han establecido leyes que aseguren el acceso continuado a los servicios bancarios.

Durante la administración de Biden, la comunidad cripto, frustrada con la actitud de los bancos, comenzó a hablar de una conspiración en curso para destruir los negocios de criptomonedas. Nic Carter, un capitalista de riesgo en cripto, calificó esta supuesta campaña de discriminación como la Operación Chokepoint 2.0, refiriéndose a un programa de la era Obama que supuestamente alentaba a los bancos a evitar tratar con industrias desventajadas.

Bajo el gobierno de Trump, varias subcomisiones del Congreso han llevado a cabo audiencias sobre la supuesta Operación Chokepoint 2.0. En marzo, miembros republicanos del Senado presentaron la Ley FIRM, que busca mitigar esta discriminación al impedir que los bancos consideren el "riesgo reputacional" al analizar solicitudes de apertura de cuentas. Aunque el proyecto aún no ha sido votado, representa un paso hacia la regulación del sector.

Para muchas empresas de criptomonedas, este cambio es una gran oportunidad. Aunque suelen tener acceso a cuentas en bancos extranjeros, como los de las Islas Caimán o Suiza, la falta de una cuenta bancaria en EE.UU. les dificulta ganar intereses sobre sus depósitos y realizar transacciones de manera fluida con contrapartes en su país, además de tener que afrontar altas tarifas. Asimismo, carecen del seguro de depósitos proporcionado por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos.

Aunque algunos bancos importantes, como JP Morgan, están probando tecnologías cripto para uso interno, muchos siguen mostrando reticencia a ofrecer cuentas a las empresas de criptomonedas. Esta situación ha creado espacio para que fintechs más pequeñas atraigan a clientes del sector cripto, con servicios que presentan una imagen más innovadora y menos formal que los bancos tradicionales.

Estas fintechs suelen ofrecer servicios integrados, como transferencias de stablecoins, y aprovechan la tecnología moderna para ofrecer una mejor experiencia a sus usuarios. Sin embargo, estas colaboraciones con bancos tradicionales implican que las fintechs deben seguir las reglas del banco asociado en cuanto a los tipos de clientes que pueden aceptar.

Como ha señalado McIntyre, aunque las fintechs están complacidas de ofrecer cuentas bancarias en EE.UU. a las firmas cripto, los bancos asociados tienen la autoridad de revocar ese acceso en el futuro. Las fintechs entrevistas se mostraron reacias a comentar sobre la seguridad del acceso a servicios bancarios a largo plazo para sus clientes cripto.

Este ambiente de mayor apertura parece seguro bajo la actual administración, pero las empresas cripto deben seguir siendo cautelosas y diversificar sus opciones bancarias para mitigar riesgos futuros ante posibles cambios políticos.