
RFK Jr. se opone a las vacunas.
Eso es todo en cuanto a la elección.
El pasado noviembre, Robert F. Kennedy Jr. aseguró que, como secretario de salud y servicios humanos, no eliminaría las vacunas de nadie. Sin embargo, quienes creyeron en sus declaraciones podrían haber caído en una trampa. Este conocido opositor a las vacunas sigue empeñado en desacreditar las inmunizaciones vitales y en propagar el falso relato de que estas provocan autismo y otros trastornos. Su motivación podría estar relacionada con su historial de beneficios obtenidos a partir de la controversia sobre las vacunas, su desconfianza hacia la teoría germinal o incluso una ideología eugenista. Sin embargo, tras cuatro meses al frente del departamento federal que supervisa el CDC, el NIH y la FDA, ha implementado varios cambios de políticas que ponen en riesgo el acceso de los estadounidenses a las vacunaciones rutinarias.
Recientemente, siguiendo la tendencia de la administración de Donald Trump de despedir asesores experimentados en favor de leales sin calificaciones adecuadas, Kennedy despidió a 17 miembros del comité federal encargado de las recomendaciones sobre vacunas. Los reemplazó casi en su totalidad por asociados cercanos que comparten sus creencias, que son cuestionables desde el punto de vista científico y médico. Kennedy afirmó en una publicación que se estaba dando un paso audaz para restaurar la confianza pública al reconstituir completamente el Advisory Committee for Immunization Practices (ACIP). Los médicos, epidemiólogos y defensores de la salud pública están alarmados por los acontecimientos hasta ahora y temen lo que podría venir. Algunas personas que buscan vacunas contra la covid han sido rechazadas, clínicas móviles de vacunación se han visto obligadas a restringir o cesar sus operaciones y proyectos de investigación vitales han perdido financiamiento, retrocediendo así la ciencia décadas.
La situación futura es incierta respecto a si las vacunas infantiles seguirán siendo gratuitas para las familias. Kennedy justificó los despidos en el ACIP alegando “conflictos de interés” entre sus miembros, pese a que este comité ha existido desde 1964 sin ser considerado explícitamente partidista. Su reestructuración es considerada “sin precedentes” por expertos, quienes han señalado que los nuevos miembros no han sido seleccionados mediante procesos transparentes y rigurosos, como se hacía antes. Al menos la mitad de los nuevos miembros tienen opiniones abiertamente controvertidas o anti-vacunas.
Las decisiones del ACIP influyen directamente en la cobertura de seguros y Medicaid para vacunas. Si esta nueva agrupación decidiera modificar las recomendaciones federales de inmunización, las vacunas podrían dejar de ser gratuitas y volverse prohibitivamente caras. Esto podría llevar a que consultorios de médicos dejen de ofrecer ciertas vacunas. Además, entre los nuevos miembros se encuentra Vicky Pebsworth, vinculada a un grupo que ha promovido teorías de conspiración y desinformación sobre riesgos de vacunación. También están Robert Malone y Martin Kulldorff, figuras controvertidas que han expresado dudas sobre las vacunas en el pasado.
Kennedy ya había indicado antes que no permitiría que la ciencia interferira en las decisiones del HHS. A finales de mayo, alteró unilateralmente los cronogramas de vacunación del CDC, eliminando la recomendación de vacunas contra la covid para embarazadas y niños. El CDC, aunque mantuvo la vacuna en su cronograma, la clasificó como una decisión a tomarse mediante “compartición de decisiones clínicas”, lo que ha generado confusión sobre su cobertura por parte de seguros.
Adicionalmente, se implementó la exigencia de que todos los nuevos medicamentos, incluyendo vacunas a menudo actualizadas, tengan ensayos clínicos controlados con placebo, lo que podría desincentivar a los fabricantes a continuar invirtiendo en su desarrollo. Las restricciones en financiamiento han debilitado los programas de salud pública y la investigación sobre vacunas, dejando a muchos grupos locales y estatales mal equipados para enfrentar brotes de enfermedades. La eliminación abrupta de recursos ha comenzado a afectar programas cruciales y a limitar la capacidad de respuesta ante brotes.
Los recortes en los fondos han impactado la investigación de vacunas, llevando a científicos a descontinuar proyectos que estaban en desarrollo desde hace años, lo que pone en peligro los esfuerzos por obtener nuevas vacunas contra enfermedades como el VIH y el cáncer. Este desmantelamiento de la infraestructura de vacunas, que ha sido construida durante más de 50 años, podría tener consecuencias devastadoras para la salud pública y la seguridad de los ciudadanos.