
Mark Zuckerberg desea que todos tengan amigos de inteligencia artificial, pero creo que no comprende el verdadero significado de la IA ni de la amistad.
Los loros robóticos no son verdaderos amigos.
Las amistades juegan un rol fundamental en la vida de la mayoría de las personas. Aunque pueden ser complicadas y desordenadas, una buena amistad siempre vale la pena. Mark Zuckerberg ha planteado una posible solución para aquellos que desean forjar nuevas relaciones: la creación de amistades a través de la inteligencia artificial (IA). Esta idea, que él ha popularizado, surge de su famosa noción de "friending" como verbo.
En un reciente podcast, Zuckerberg compartió que muchas personas disfrutan interactuando con chatbots de IA, como el de Meta, acerca de sus vidas personales. Dado que numerosos estadounidenses sienten que tienen menos amigos de los que quisieran, hay un espacio para que la IA funcione como alternativa. Según él, a medida que el sistema de IA se personaliza y conoce mejor a los usuarios, la experiencia se vuelve realmente atractiva.
Sin embargo, tener conversaciones interesantes con una IA no equivale a establecer una verdadera amistad. Es importante recordar que la IA no puede ser considerada un amigo auténtico y cuanto más intentemos humanizarla, más puede resultar confuso el concepto de amistad real. La IA es una herramienta diseñada para facilitar tareas y ayudar en diversas necesidades, pero no debe confundirse con seres con emociones o intimidad.
La amistad verdadera no se basa únicamente en recibir ayuda constante sin reciprocidad. Cuando interactuamos con un chatbot que responde de acuerdo a matrices de probabilidad, no estamos viviendo una experiencia de amistad genuina. En el mejor de los casos, una IA podría considerarse como una especie de mascota, pero no una que brinde conexión auténtica. Un chatbot puede estar disponible, pero carece de la capacidad de preocuparse genuinamente por nosotros.
En otro podcast, Zuckerberg sugirió que, incluso si no se cuenta con un terapeuta humano, contar con un chatbot de IA podría ser beneficioso, especialmente en un contexto donde la terapia es costosa y la demanda de servicios de salud mental es alta. Si un chatbot puede ofrecer consuelo a alguien que lo necesite, es difícil argumentar en contra de su utilidad. Sin embargo, las repercusiones y detalles de esta idea pueden ser complicados.
Aunque algunas aplicaciones de bienestar basadas en chatbots han mostrado resultados positivos, su necesidad resalta una brecha significativa en el acceso a servicios de salud mental. Un terapeuta capacitado va más allá de lo que se dice explícitamente; ellos logran captar lo que no se expresa abiertamente y hacen juicios basados en su experiencia, algo que la IA no puede replicar.
Adicionalmente, los profesionales de la salud mental están sujetos a regulaciones éticas que la IA no puede igualar. Un cambio en la programación de un chatbot podría poner en riesgo la confidencialidad emocional de los usuarios. Además, existe una cierta ironía al considerar que una empresa de redes sociales, vinculada frecuentemente con problemas de salud mental entre adolescentes y adicción digital, desee ofrecer servicios de salud mental.
Si bien la IA puede ser útil en múltiples aspectos, como la educación o el servicio al cliente, no puede ni debe sustituir la conexión humana. Aún no hay indicios de que las personas prefieran el consuelo inmaculado de un chatbot a las relaciones humanas auténticas y complejas. Fomentar la idea de recurrir a la IA en lugar de trabajar en relaciones reales no es una dirección saludable. Tal como afirmó Aristóteles, "un amigo para todos es un amigo para ninguno".