Cover Image for Por el amor de Dios, deja de llamar a tu IA compañera de trabajo.

Por el amor de Dios, deja de llamar a tu IA compañera de trabajo.

La inteligencia artificial generativa se presenta en diversas modalidades. Sin embargo, su promoción se está realizando de manera similar, utilizando nombres y personalidades humanas que la hacen parecer menos como un código y más como algo familiar.

La inteligencia artificial generativa adopta diversas formas, pero cada vez más se presenta de manera similar: con nombres humanos y personalidades que la hacen parecer más un colega que un simple programa de código. Un número creciente de startups está antropomorfizando la IA para generar confianza rápidamente y mitigar su amenaza a los empleos humanos. Este enfoque puede considerarse deshumanizante y está en rápida expansión.

La popularidad de este enfoque es comprensible, especialmente en una economía incierta donde cada contratación se siente arriesgada. Startups que han surgido, muchas de ellas del renombrado acelerador Y Combinator, están comercializando la IA no solo como un software, sino como un recurso humano. Ofrecen asistentes de IA, programadores de IA y empleados de IA, utilizando un lenguaje diseñado intencionadamente para atraer a gerentes de contratación agobiados. Algunos incluso prescinden de la sutileza. Por ejemplo, Atlog presentó recientemente un “empleado de IA para tiendas de muebles” capaz de gestionar desde pagos hasta marketing. Se jactan de que un buen gerente ahora puede manejar 20 tiendas a la vez, implicando que no se necesitan más contrataciones, solo dejar que el sistema se escale. Las implicaciones sobre qué sucede con los 19 gerentes que son reemplazados quedan en el aire.

Startups orientadas al consumidor están adoptando tácticas similares. Anthropic, por ejemplo, llamó a su plataforma "Claude" porque suena cálido y confiable, en contraste con una red neuronal abstracta. Esta estrategia se inspira en el mundo fintech, donde aplicaciones como Dave, Albert y Charlie enmascaran sus motivos transaccionales con nombres amigables. Al manejar dinero, resulta más seguro confiar en un “amigo”. Este mismo principio se está trasladando al ámbito de la IA: ¿preferirías compartir datos sensibles con un modelo de aprendizaje automático o con tu amigo Claude, que te reconoce, te saluda amablemente y rara vez te amenaza?

Sin embargo, estamos alcanzando un punto crítico. Aunque la inteligencia artificial generativa me entusiasma, cada nuevo “empleado de IA” parece más deshumanizante. Cada nuevo “Devin” me hace reflexionar sobre cuándo los verdaderos Devins del mundo comenzarán a cuestionar su transformación en bots que desplazan trabajadores. La IA generativa ya no es solo una curiosidad; su alcance está creciendo, aunque sus efectos siguen siendo inciertos. En mayo, 1.9 millones de estadounidenses desempleados estaban recibiendo beneficios de desempleo, la cifra más alta desde 2021, muchos de los cuales eran trabajadores de tecnología despedidos.

Las señales son cada vez más evidentes. Algunos recordamos la película 2001: Odisea en el espacio, donde HAL, la computadora a bordo, comienza como un asistente útil y termina volviéndose homicida. Aunque es ciencia ficción, su impacto es relevante. Recientemente, el CEO de Anthropic, Dario Amodei, predijo que la IA podría eliminar la mitad de los trabajos de oficina de nivel inicial en los próximos uno a cinco años, lo que podría llevar el desempleo hasta un 20%. “La mayoría de estos trabajadores no son conscientes de que esto está a punto de suceder", afirmó.

Se puede argumentar que esto no se compara con cortar el oxígeno a alguien, pero la metáfora no está tan lejos de la realidad. Automatizar más puestos de trabajo tendrá consecuencias, y a medida que aumenten los despidos, la idea de una IA como “colega” parecerá menos inteligente y más insensible.

La transición hacia la IA generativa está ocurriendo independientemente de cómo se empaquete. Sin embargo, las empresas pueden elegir cómo describir estas herramientas. IBM nunca se refirió a sus mainframes como “colegas digitales”. Los PCs no eran “asistentes de software”; eran estaciones de trabajo y herramientas de productividad. La forma en que nos comunicamos sigue siendo importante. Las herramientas deberían empoderar a las personas. Sin embargo, cada vez más empresas están comercializando algo completamente diferente, lo que parece un error. No necesitamos más “empleados de IA”; necesitamos software que amplifique el potencial de los seres humanos reales, haciéndolos más productivos, creativos y competitivos. Es hora de dejar de hablar de trabajadores ficticios y centrarse en las herramientas que permitan a los grandes gerentes gestionar negocios complejos y a los individuos generar un mayor impacto. Eso es lo que realmente se está pidiendo.