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Por qué la mayoría de las pequeñas empresas no pueden manufacturar en Estados Unidos.

Empresas estadounidenses que producen desde llaveros hasta colchones afirman que la manufactura en China es superior, y que las tarifas no serán suficientes para trasladar la producción a Estados Unidos.

Allen Walton, dueño de un pequeño negocio en Dallas, acaba de experimentar la agotadora venta de uno de sus productos, una cámara de vigilancia utilizada por fuerzas del orden y detectives privados. Este tipo de noticia suele ser alentadora para su empresa electrónica, SpyGuy, que se especializa en dispositivos como rastreadores GPS y detectores de cámaras ocultas. Sin embargo, las fluctuantes políticas arancelarias de la administración Trump han dejado a Walton en una encrucijada respecto a si debe reabastecer su inventario. La mayoría de sus productos se fabrican en el sur de China y el nuevo arancel adicional del 145 por ciento a las importaciones chinas está alterando la economía de su negocio.

Walton, al igual que muchos otros en la industria electrónica, se enfrenta a un dilema. Con cinco años de esfuerzo para posicionar su producto en Google, el agotamiento de existencias se siente como un éxito temporal, pero la incertidumbre económica lo frustra. "No sé si vale la pena mantener mis productos más vendidos", comenta.

A lo largo de las últimas semanas, los empresarios han tenido que lidiar con la oscilación de los aranceles, lo que complica la planificación futura. Unos doce propietarios de negocios de diferentes sectores han compartido en sus testimonios que la manufactura china sigue siendo el estándar de calidad mundial y que mover la producción a otras regiones sería extremadamente complicado, independientemente del aumento de los aranceles.

Walton ha tenido la oportunidad de comparar la manufactura en China y los Estados Unidos, dado que su negocio recibe pedidos del gobierno estadounidense, que está dispuesto a pagar más por productos fabricados localmente. Sin embargo, Walton sostiene que fabricar en los Estados Unidos podría resultar inviable en términos de precios competitivos.

Kyle Chan, un investigador de la Universidad de Princeton especializado en política industrial, menciona que los aranceles no serán suficientes para motivar a las empresas a establecer manufactura en los Estados Unidos. La calidad y los precios que los consumidores estadounidenses han disfrutado durante años serían difíciles de igualar una vez que la industria se mueva.

La percepción de que los precios bajos implican calidad inferior es un mito, según expertos. A medida que China ha avanzado en la cadena de valor, factores como el costo laboral han perdido relevancia. Culturalmente, los trabajadores chinos suelen tener más horas y experiencia en ciertas industrias, lo cual contribuye a su habilidad y especialización en el desarrollo de productos.

Casey McDermott, cofundadora de Goodfit, una empresa de rompecabezas, ha intentado encontrar un fabricante local que pueda igualar la calidad de su proveedor chino, pero la opción local resultó ser tres veces más cara y aún no podía alcanzar los estándares de producción.

Además, pequeñas empresas y emprendedores encuentran en los proveedores chinos una opción favorable debido a la flexibilidad en la producción, pudiendo realizar pedidos pequeños que las fábricas de otros países no pueden acomodar. Esto es esencial para artistas y diseñadores que no pueden vender grandes lotes de sus productos.

Por otro lado, algunos productos simplemente no están disponibles en otros lugares. Jeff Logan, propietario de Tattz Supplies, menciona que actualmente no hay empresas estadounidenses fabricando cartuchos de agujas para tatuajes, lo que lo obliga a depender de proveedores en China que también le ofrecen una gama completa de suministros.

La concentración de fábricas en regiones de China especializadas en ciertos productos ha fomentado un ecosistema de manufactura ágil y flexible, donde la imitación y la adaptación se realizan rápidamente. Esta capacidad de respuesta se ha logrado tras años de colaboración en la cadena de suministro.

Sin embargo, muchos empresarios estadounidenses que han considerado la manufactura local enfrentan desafíos significativos, incluyendo costos elevados y falta de mano de obra calificada. Walton, por ejemplo, exploró la posibilidad de establecer su propia línea de fabricación, solo para descubrir que costaría millones ponerla en marcha.

La globalización de la cadena de suministro planteará otro obstáculo para quienes buscan trasladar la producción a los Estados Unidos, ya que los pasos de producción están repartidos en varias partes del mundo.

Con la situación de los aranceles en constante cambio, muchos propietarios de negocios se sienten desorientados. Algunos han decidido no hacer nuevos pedidos, mientras que otros preparan despidos para afrontar una posible crisis económica. Charlotte Palermino, cofundadora de una marca de cuidado de la piel, enfatiza que los aranceles están obligando a los negocios a elegir entre sus empleados y sus clientes, lo que resulta perjudicial para la economía en general.