Cover Image for Adquirimos un perro robot atacante que orina de Temu y resultó ser aún más extraño de lo que imaginamos.

Adquirimos un perro robot atacante que orina de Temu y resultó ser aún más extraño de lo que imaginamos.

Por menos de lo que cuesta una ronda de tragos, también podrías tener un sueño futurista de Boston Dynamics en forma de producto de plástico.

El último gadget que he tenido la oportunidad de probar es un curioso robot perro que lanza proyectiles, lo cual definitivamente se encuentra entre las experiencias más extrañas en mis 15 años como revisor de tecnología. Este peculiar dispositivo llegó en una caja un tanto golpeada, y lo primero que captó mi atención fueron las palabras "FIRE BULLETS PET" impresas en ella. Dentro, se encontraba este curioso robot que mi hijo de cuatro años nombró espontáneamente como Clippy.

Clippy es, en efecto, un perro robot, aunque en un sentido poco convencional. Se nota que su diseño ha sido influenciado por los creadores de robots caninos de Boston Dynamics, una compañía reconocida en este campo. Por un precio de $50, algo menos si decides no incluir el peculiar cañón de pelotitas, no esperaba mucho de Clippy, aunque las promesas de funcionalidades animatrónicas en un anuncio en redes sociales despertaron mi curiosidad.

Una vez liberado de su empaque, lo que primero me sorprendió fue la calidad del plástico. Mientras que en el pasado he tenido experiencias positivas con este material, Clippy y su control remoto parecían más un juguete desechable que un dispositivo duradero. Su cuerpo, aunque un poco más pesado debido a la electrónica interna, se sostenía sobre cuatro piernas endebles que no inspiraban confianza. Añadiendo a su apariencia, el robot parece un alargado dispositivo de vigilancia sobre patas y porta un arma en la parte superior, lo que le otorga un toque amenazante.

El controlador, que parece haber sido inflado con helio por su ligereza, evoca un diseño basado en el mando de Xbox, sin embargo, sus botones carecen de funcionalidad y su diseño es confuso. Al intentar encender a Clippy, me encuentro con un inconveniente: la batería está desconectada. Tras volver a conectarla, el juguete cobra vida, aunque ruidosa, revelando unos altavoces de calidad cuestionable.

El primer botón que presiono es el de “orinar”, lo que me sorprende con un espectáculo de sonido peculiar. También, al intentar realizar un “handstand”, Clippy termina cayendo de frente de una manera ruidosa y poco elegante. Esto se convierte en una fuente de diversión, aunque un tanto para preocuparme por su resistencia, ya que se levantó después sin aparentes daños.

Clippy tiene una variedad de funciones, activadas por un total de 17 botones en el control, que incluyen danzas extrañas y narraciones de historias. Uno de los relatos, cargado de música clásica, cuenta la historia de una anciana y su gato. A pesar de su amplio repertorio, el control de Clippy por el controlador presenta fallas notables.

No obstante, hay una aplicación que se puede utilizar para manejar al robot a través de Bluetooth, aunque el reconocimiento de voz no parece funcionar correctamente. Además, se promete que el cañón del robot puede disparar "bombas de agua" que, en realidad, son pequeñas esferas de gel que se inflan al remojarse. El lanzamiento real resultó ser decepcionante, ya que no lograban salir con la fuerza esperada.

A pesar de las críticas, Clippy ha traído alegría a mi hogar, especialmente a mi hijo, quien ha estado entretenido con sus travesuras. Sin embargo, soy consciente de que pronto podría terminar en un rincón olvidado, reemplazado por el siguiente gran producto de moda. Lo único que espero es que su futuro dueño disfrute de su compañía tanto como nosotros.