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Me aferro con fuerza a mi configuración de doble monitor, pero los ultrawides son muy tentadores.

Soy un gran entusiasta de las configuraciones de dos monitores, pero últimamente me siento cada vez más atraído por las pantallas ultrawide.

Durante más de diez años he sido un ferviente defensor de las configuraciones de dos monitores. Mientras mis compañeros debatían sobre las ventajas de los mejores monitores para gaming, ya sean ultrawide o configuraciones duales 16:9, yo siempre había estado convencido de que dos monitores eran la mejor opción. Sin embargo, recientemente he comenzado a cuestionar esta convicción, y hay razones para ello. Aquí expongo por qué mi preferencia por el doble monitor se está debilitando, y por qué estoy considerando seriamente cambiarme a un ultrawide en un futuro próximo.

Mi preferencia por las configuraciones de dos pantallas es fundamental, especialmente cuando trabajo en mi laptop, ya que la falta de un segundo monitor me resulta muy incómoda. Siempre necesito tener una pantalla adicional para organizar mis notas, múltiples pestañas de investigación o, en el caso de jugar, para tener abiertas aplicaciones como Netflix o Discord. En general, raramente se da el caso de que no esté utilizando ambos monitores al mismo tiempo. No obstante, he notado que mi determinación por mantenerme en esta configuración está empezando a flaquear. Aunque recientemente me hice con dos monitores idénticos, he comenzado a experimentar molestia por tener que mover constantemente el cuello de lado a lado.

Mis monitores, aunque tienen biseles delgados, son una pequeña distracción, especialmente cuando me esfuerzo por alinearlos correctamente. Además, uso gafas con lentes progresivos, que tienen diferentes grados de corrección en distintos lugares de la lente, lo que puede hacer que ver el segundo monitor sea un poco cansado. Estos factores me han llevado a reconocer algunas desventajas de las configuraciones duales, y los monitores ultrawide se han vuelto cada vez más atractivos.

La variedad y los precios de los monitores ultrawide han mejorado notablemente. He probado varios modelos impresionantes, desde los más costosos hasta los más asequibles. Ya no es necesario gastar una fortuna para conseguir uno de calidad decente. Por ejemplo, el Samsung Odyssey OLED G9, un impresionante monitor ultrawide de 49 pulgadas y 144Hz, tiene un precio de $879. Aunque eso es un poco más de lo que gasté en mis dos monitores, es una nueva categoría de dispositivo. Opciones más económicas como el Samsung ViewFinity a $269 y el Sceptre a $199 también son atractivas, brindando características que muchos jugadores desean.

Sin embargo, hay varias razones por las que todavía prefiero mi configuración dual. A pesar de las incomodidades, creo firmemente que los monitores duales son insuperables para la productividad. Tener dos pantallas independientes me permite minimizar el riesgo de usar la aplicación equivocada y mantener todo organizado a mi manera. En cuanto al gaming, aunque los ultrawide hacen que muchos títulos se vean espectaculares, la realidad es que muchos juegos no están optimizados para este tipo de pantallas, lo que puede resultar en bandas negras o distribución subóptima de píxeles.

Por último, el espacio también juega un papel importante. Mi escritorio es pequeño, por lo que los monitores ultrawide de 34 o 49 pulgadas no serían prácticos. En resumen, la satisfacción de usar mis dos monitores todavía supera las pequeñas frustraciones que enfrento diariamente. Mis monitores son los LG 27GP850-B, y si bien estoy tentado a considerar un cambio, mi preferencia por ellos se mantiene fuerte.