
Cómo el grupo de apoyo a MAGA se convirtió en cabilderos tecnológicos.
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La industria del cabildeo puede no ser la más respetable, pero los cabilderos suelen ser fuentes valiosas en la información política de Washington. Generalmente, son profesionales experimentados que reciben una buena remuneración por estar al tanto de lo que sucede tras las cortinas del poder. En circunstancias normales, se dedicarían a hacer conexiones y persuadir a los funcionarios para que incorporen los objetivos de sus empresas en la legislación vigente. Sin embargo, tras el inicio del segundo mandato del presidente Donald Trump, muchos de estos cabilderos se encontraron en una situación desconcertante, sin información clara sobre las inminentes políticas que podrían afectar a sus empresas.
La incertidumbre se centraba en qué decisiones de inmigración, despidos en agencias y nuevas tarifas se implementarían. Un cabildero de una importante empresa tecnológica expresó que si bien las políticas podían ser desfavorables, al menos eran consistentes y predecibles, lo que permitía una planificación efectiva. Con el tiempo, ha surgido una política no oficial: los que generan beneficios para Trump y su familia o contratan a aliados de Trump para cabildear, pueden obtener casi lo que deseen.
Este fenómeno resultó en que grandes compañías, como Meta, se alinearan con figuras prominentes del círculo cercano a Trump. Meta ha incorporado a su junta directiva a Dana White, CEO de UFC, y a Dina Powell, quien fue asesora en la primera administración Trump. Además, han contratado a varios antiguos funcionarios de la campaña de Trump y activistas conservadores en roles estratégicos.
Aunque aún no se observa un éxito significativo en estas contrataciones, la tendencia de las empresas de tecnología hacia este tipo de alineaciones políticas ha crecido. Hewlett-Packard Enterprise, por ejemplo, ha contratado a allegados de Trump para asegurar la aprobación de su adquisición de Juniper Networks, lo que ha suscitado denuncias sobre acuerdos secretos que favorecieron su causa.
Un ex-funcionario del Departamento de Justicia ha señalado que la creciente presión de cabildeo proveniente de empresas que carecen de experiencia en antimonopolio ha comenzado a abrumar a las agencias reguladoras, convirtiendo la política en un juego en el que se priorizan las conexiones sobre la experiencia profesional.
El sector tecnológico ha adaptado rápidamente su estrategia frente a la política, en contraposición con otras industrias, debido a una relación más pragmática con la administración actual, que se basa en transacciones. En este contexto, un editor ha señalado que los CEO en su mayoría carecen de una ideología firme más allá de la rentabilidad. Mientras que la administración Biden ha adoptado un enfoque más hostil hacia la industria tecnológica, con intentos de regular y controlar su poder, con Trump, las interacciones son más transaccionales, favoreciendo un enfoque que busca aprovechar el poder del sector tecnológico para beneficio propio.
A medida que las compañías se reorganizan y se acercan a políticos claves, la falta de principios morales sólidos entre los líderes empresariales se vuelve evidente. Durante la administración Obama, el sector tecnológico era aún joven y no se percibía como una amenaza. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente en los últimos años, donde estas grandes corporaciones han demostrado que priorizan sus intereses financieros ante cualquier ideología política.




