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China reconoce, en privado, su participación en los ataques de Volt Typhoon.

Funcionarios chinos han admitido de manera confidencial su responsabilidad en las intrusiones.

En una reunión privada en diciembre de 2024, altos funcionarios de China reconocieron que su país estuvo involucrado en una serie de ciberataques contra la infraestructura crítica de Estados Unidos, incluidos sectores como las comunicaciones y la energía. Este reconocimiento se produce en medio de una grave escalada de hostilidades entre ambas naciones, donde el aumento del apoyo estadounidense a Taiwán ha sido identificado como un factor clave.

Los ciberatacantes conocidos como Volt Typhoon habían estado infiltrándose en los sistemas de infraestructura crítica de EE. UU. durante varios años, afectando industrias vitales como la energía, el transporte y el agua. Aunque anteriormente China había negado cualquier implicación, funcionarios chinos han admitido de manera “indirecta y algo ambigua” su participación, lo que los oficiales estadounidenses interpretaron como una advertencia sobre sus intenciones en relación con Taiwán.

En medio de este clima de tensión, también se contempla el aumento de aranceles recíprocos entre las dos naciones, que ha sido una constante en la guerra comercial. Según informes, oficiales estadounidenses consideran la posibilidad de llevar a cabo ciberataques contra China, mientras que expertos en seguridad advierten que China podría responder a estos aranceles con un ataque “Typhoon”, asociado a grupos de hackers como Salt y Volt Typhoon.

Este contexto se da tras una serie de despidos masivos en el gobierno durante la administración de Trump, lo que, según un exdirector de ciberseguridad de la NSA, tendrá un impacto devastador en la ciberseguridad del país. Las declaraciones de los funcionarios chinos parecen ser un movimiento táctico para resaltar sus propias capacidades cibernéticas y la disposición de utilizarlas.

Cabe destacar que un ataque previo del grupo Salt Typhoon a redes de telecomunicaciones ha sido catalogado como un "fracaso histórico de contrainteligencia", lo que lleva a algunos oficiales a creer que este grupo aún se encuentra activo en las redes estadounidenses.

A lo largo de los años, la posición del Departamento de Estado de EE. UU. respecto a la independencia de Taiwán había sido de oposición, aunque este enfoque ha cambiado, especialmente bajo la administración de Trump. La creciente tensión entre China y EE. UU. podría resultar en ofensivas cibernéticas de ambas partes. Taiwán, con su sólida economía, es fundamental para la manufactura de semiconductores, componentes esenciales para la tecnología moderna y utilizados en sistemas satelitales, teléfonos, laptops y aplicaciones de inteligencia artificial.