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La inteligencia artificial engaña a las personas para que viajen a lugares inexistentes, y es crucial que aprendamos a evitar estas estafas.

Se necesitará un nuevo tipo de astucia urbana para mantener tus planes de viaje en la realidad.

Una pareja, emocionada por disfrutar de un paseo en teleférico en la cima de una montaña llamado Kuak Skyride, se embarcó en un largo viaje tras haber visto un video en línea que mostraba a turistas felices utilizando esta atracción. Sin embargo, al llegar a su destino, se encontraron con una pequeña localidad y unos lugareños perplejos que no tenían idea de lo que ellos estaban mencionando. Para su desilusión, el video era una creación generada por inteligencia artificial y no reflejaba una realidad.

Este caso, que ha sido objeto de análisis reciente, ilustra un fenómeno que podría convertirse en común: la dificultad de discernir entre lo real y lo ficticio en un entorno digital saturado de contenido elaborado por inteligencia artificial. En la esquina del video había un pequeño logotipo que identificaba su creación con Veo 3, el último motor de video de Google, lo que, junto a otros detalles, dejaba entrever su naturaleza artificial. Sin embargo, para quienes no están familiarizados con la tecnología de deepfake ni con los signos de alerta, se hace complicado sospechar que un video tan bien producido pueda no ser genuino.

La realidad actual es que la inteligencia artificial no solo puede promocionar productos, sino también destinos que tal vez nunca hayan existido. Esta situación plantea un reto adicional a los consumidores, quienes deben afinar su capacidad de discernimiento ante las numerosas ilusiones que ahora se presentan como realidades. La experiencia de viajar ya no puede basarse únicamente en la observación, sino que también involucra un proceso de verificación más meticuloso.

El auge de los influencers de viajes impulsados por IA, junto a lugares cuyas reseñas están llenas de testimonios falsos creados igualmente por inteligencia artificial, plantea la necesidad de que los usuarios sean más escépticos. Para garantizar que no se están dejando engañar por maravillas que parecen perfectas, es recomendable contrastar información entre varias fuentes. Una búsqueda inversa de imágenes o rastrear publicaciones en redes sociales puede ser útil. Además, es prudente desconfiar de imágenes que resulten demasiado perfectas, dado que una multitud sin expresiones reales podría ser una pista de su naturaleza artificial.

Aunque esta situación puede resultar frustrante, ya que el encanto de un destino se ve empañado por dudas sobre su autenticidad, es el costo de vivir en una época donde las ilusiones digitales son casi indistinguibles de la realidad. Para disfrutar de viajes verdaderamente significativos, será necesario realizar un esfuerzo adicional y asegurarse de que los lugares a visitar tengan bases tangibles en la realidad, y no solo en píxeles y algoritmos.