
Un bebé recibió un tratamiento personalizado con Crispr en un tiempo récord.
Un grupo de científicos logró desarrollar un tratamiento personalizado para el raro trastorno genético de KJ Muldoon en un plazo de seis meses. Este avance podría servir como un modelo para terapias de edición genética con Crispr que podrían salvar vidas.
En agosto pasado, KJ Muldoon llegó al mundo con un trastorno genético que podría haber puesto en peligro su vida. Solo seis meses después, recibió un tratamiento con Crispr adaptado a sus necesidades específicas. KJ padece una afección rara conocida como deficiencia de CPS1, la cual provoca la acumulación peligrosa de amoníaco en la sangre. Aproximadamente la mitad de los bebés diagnosticados con esta condición no superan su infancia. Las opciones de tratamiento actuales, que incluyen una dieta muy restrictiva y trasplantes de hígado, no son ideales. No obstante, un equipo del Hospital Infantil de Filadelfia y Penn Medicine logró evitar el largo proceso habitual de desarrollo de fármacos, creando una medicina personalizada para KJ en solo unos meses.
Según Kiran Musunuru, profesor de investigación traslacional en la Universidad de Pensilvania y parte del equipo que elaboró el tratamiento, se trataba de un paciente que enfrentaba una consecuencia muy devastadora. Al nacer, KJ mostraba rigidez muscular, letargo y dificultad para alimentarse. Después de recibir tres dosis de su tratamiento personalizado, KJ comenzó a alcanzar hitos de desarrollo que sus padres nunca esperaron ver. Ahora puede ingerir ciertos alimentos y sentarse erguido. Su padre, Kyle Muldoon, destacó su notable progreso.
Un estudio que detalla este caso fue publicado recientemente y presentado en una reunión de la American Society of Gene & Cell Therapy en Nueva Orleans. Este avance podría servir de modelo para crear tratamientos de edición genética personalizados para otros pacientes con enfermedades raras que carecen de opciones médicas.
La digestión de proteínas en el cuerpo genera amoníaco, un subproducto tóxico que necesita ser eliminado gracias a una enzima llamada CPS1. Las personas con deficiencia de CPS1 carecen de esta enzima, lo que conlleva a riesgos de daño a órganos e incluso a problemas cerebrales y muerte. Desde su nacimiento, KJ había estado bajo tratamientos que reducían el amoníaco y seguido una dieta baja en proteínas, pero tras el tratamiento de Crispr, pudo reducir la dosis de la medicación y empezar a consumir más proteínas sin efectos adversos graves. A pesar de que todavía se encuentra en el hospital, los médicos confían en que podrá regresar a casa pronto.
Tanto los padres de KJ como su equipo médico son cautelosos al referirse a la terapia de Crispr como una cura, aunque ven con buenos ojos su mejoría. La doctora Rebecca Ahrens-Nicklas, directora del programa de terapia génica para trastornos metabólicos hereditarios en el Hospital Infantil de Filadelfia, manifestó que aún es pronto para entender completamente los efectos de esta terapia, aunque sugiere que KJ podría haber pasado a una forma más leve de la enfermedad, lo que podría requerir seguimiento médico en el futuro.
Ahrens-Nicklas y Musunuru se unieron en 2023 para investigar la viabilidad de terapias de edición genética personalizadas para pacientes individuales, enfocándose en los trastornos del ciclo de la urea, un grupo de condiciones genéticas que afectan la capacidad del cuerpo para procesar amoníaco, incluyendo la deficiencia de CPS1. Muchos pacientes necesitan un trasplante de hígado, un procedimiento complicado en infantes. Observando esta situación, los investigadores decidieron buscar una alternativa.
Al nacer KJ, los científicos realizaron secuenciación genómica para identificar la mutación genética específica que causaba su enfermedad. Descubrieron que KJ había heredado dos mutaciones diferentes del gen CPS1, una de cada padre. Seleccionaron dirigirse a la mutación conocida de un paciente no relacionado con una deficiencia severa de CPS1.
El equipo utilizó Crispr, una tecnología galardonada con el Premio Nobel que permite modificar el ADN con precisión. Hasta el momento, solo hay un medicamento basado en Crispr disponible comercialmente, aprobado a finales de 2023 para tratar la enfermedad de células falciformes y la betatalasemia. Otras terapias de Crispr están en desarrollo para enfermedades más comunes.
La principal ventaja de Crispr es su capacidad para abordar la causa genética subyacente de una enfermedad, en lugar de limitarse a tratar los síntomas. Aunque el medicamento aprobado, Casgevy, se administra en una única dosis, el equipo de Filadelfia diseñó el tratamiento de KJ para que fuera redosificable, comenzando con una dosis baja para evitar efectos adversos. El fallecimiento de un paciente con distrofia muscular de Duchenne después de recibir un tratamiento de Crispr previamente fue un recordatorio de la delicadeza de estos procedimientos.
Para el tratamiento de KJ, se utilizó una variante de Crispr llamada edición de base. Este método permite cambiar una "letra" en una secuencia de ADN por otra y se realizó la entrega a través de infusiones intravenosas. Antes de administrarlo a KJ, el tratamiento fue sometido a pruebas de seguridad en ratones y monos. Debido a que el medicamento no estaba aprobado, el equipo solicitó autorización a la FDA, que fue concedida rápidamente.
El médico Timothy Yu, que trabajó en la medicina genética personalizada, calificó las respuestas clínicas del caso de KJ como impresionantes, elogiando el enfoque meticuloso del equipo de Filadelfia. Aunque los investigadores no compartieron el costo exacto del tratamiento, se mencionó que era comparable al de un trasplante de hígado.
Se espera que la investigación sobre estos tratamientos personalizados continúe avanzando, con la esperanza de que ningún paciente con enfermedades raras tenga que enfrentar la muerte prematuramente debido a errores genéticos que, en el futuro, podrán corregirse.